El rostro del poema

 


EL ROSTRO DEL POEMA

 

En el lienzo de la piel,

el rostro se despliega, un mapa de emociones,

un relato sin tregua.

 

Las mejillas, dos rubores, 

como rosas en la aurora,  

donde el sol deposita su caricia, 

su dulce demora.  

 

La barbilla, firme y decidida, 

sostiene el secreto, del alma que se asoma, 

del deseo que se hace reto.

 

La frente, amplio horizonte,

refugio de ideas, donde las cejas arquean,

como puentes de epopeyas.  

 

Las pestañas, cortinas de terciopelo, 

que se alzan y caen, velando los ojos, 

ocultando los sueños que se despliegan.

 

Los pómulos, colinas suaves, 

donde la risa se posa, y el rubor se despierta, 

como un sol en la rosa. 

 

Los párpados, cortinas de seda, 

que ocultan y revelan, el misterio del iris, 

el fulgor de las estrellas que destellan.

 

Las pupilas, dos abismos,

donde el mundo se refleja,  

donde el amor y el asombro se entrelazan en madeja.  

 

El mentón, firme y decidido, 

sostiene la mandíbula, donde los cachetes se hinchan,

 como globos de risa nula.

 

Las encías guardianas de los dientes, 

ocultas en la boca, donde las palabras se forman,

 donde el beso se evoca.  

 

Así, en cada trazo, en cada línea trascendente,  

el rostro se revela, un poema eternamente.

 

MC

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